Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
Oliverio Girondo
miércoles, 11 de febrero de 2009
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Hola Maga!te devuelto la visita, porque "ví" en mi escritorio de seguimiento tu inclusión de hoy, lo de Girondo. Es para llorar, no?, porque se lo escribió todo el maldito. Ahhh, cuando releo a estos poetazos no me quedan ganas de escribir a mí.O mejor dicho me acicatean a elevar el trazo.
ResponderEliminarSiempre es un gusto visitarte
Un abrazón de alma y de montaña
Osvaldo
Ahora entiendo cabalmente tus lágrimas...venían del amado Oliverio, a quien nunca olvidamos.
ResponderEliminarAbrazos, Ade. Sigo abrazándote!
Tu amigo el REL
Las lagrimas ayudan a desintoxicar el alma, y porlo tanto esta permitido llorar¡¡
ResponderEliminarun beso ¡¡¡